Las consecuencias del calentamiento global también se notan en nuestros jardines. Los periodos de sequía y los vientos violentos secan el suelo, las lluvias intensas dañan las plantas y arrastran la tierra. El calor intenso estresa la vegetación tanto como las sorprendentes heladas tardías.
Los últimos años lo han demostrado claramente: El cambio climático ya está afectando a la naturaleza de muy diversas maneras. Es hora de adaptarse a los cambios y hacer que nuestros jardines estén preparados para el futuro. ¡Reto aceptado!
¿Qué hacer cuando hace calor?
Las olas de calor con temperaturas superiores a 30 °C ya no son una excepción en verano.
El aumento de la temperatura del aire hace que el suelo también se caliente. Cuanto más caliente está el suelo, más rápido se evapora la humedad.
Si acolchas los arriates, con recortes de césped u otro material orgánico, permites que la temperatura del suelo suba menos y lo mantienes más húmedo.
La plantación densa de plantas perennes, flores de verano y arbustos tiene un efecto similar. Los parasoles y las velas protegen del sol abrasador, pero los árboles también proporcionan una excelente sombra cuando hace calor. Además, hacen que el interior de la casa no se caliente tan rápidamente. Mientras que las superficies de piedra almacenan el calor rápidamente durante el día y lo liberan lentamente por la noche, los estanques, los parterres y los tejados planos verdes garantizan una agradable refrigeración por evaporación.
¿Qué hacer en tiempos de sequía?
En invierno ahora llueve más que en el pasado, pero en verano las precipitaciones tienden a faltar, amenazando con períodos de sequía.
Por eso es práctico recoger el agua en barriles de lluvia y cuencas colectoras para poder extraerla en los periodos de sequía. Si el suelo tiene una buena composición, puede almacenar mejor el agua. Los suelos arenosos necesitan minerales arcillosos para hacerlo, y los suelos limosos pueden aflojarse con materiales orgánicos y arena.
La sequía es muy dura para algunas plantas, pero para otras no es un problema. Sustituir las especies más exigentes por otras de menor mantenimiento ahorrará muchas frustraciones y riegos.
Por cierto, el césped es lo que más agua necesita. ¿Quizás se pueda reducir la superficie en favor de cubiertas vegetales tolerantes a la sequía?
¿Qué hacer cuando llueve mucho?
Las lluvias intensas suponen dos peligros para el suelo:
Uno es la amenaza de erosión, y el otro es la inundación si el agua no puede ser absorbida.
Las plantaciones densas ayudan en ambos casos. Las numerosas raíces mantienen el suelo en su sitio y lo protegen de la erosión. También aflojan la tierra, de modo que ésta puede absorber y retener mejor la humedad.
En el caso del jardín, esto significa que los parterres deben estar cubiertos de mantillo o densamente plantados. Si la superficie se afloja regularmente, puede absorber mejor las grandes masas de agua y pasarlas al suelo.
¿Qué hacer con los vientos fuertes?
De nuevo, el suelo desnudo está expuesto a la intemperie sin protección.
Si el suelo está desnudo, los fuertes vientos lo privarán de agua. Otra razón para acolchar o colocar las plantas cerca unas de otras.
Para evitar los daños causados por las tormentas, hay que revisar regularmente los árboles y arbustos para ver si hay ramas podridas o incluso muertas.
Por cierto, los setos frondosos constituyen un eficaz cortaviento.